"Acabo de tener una larga y altamente productiva conversación con el presidente Vladimir Putin, de Rusia". Con estas palabras arrancaba Donald Trump un mensaje publicado en Truth Social que sentencia el multilateralismo de la OTAN durante las últimas ocho décadas. Una conversación telefónica de 90 minutos ha bastado para que un magnate y un oligarca encarrilen la negociación para frenar la guerra en Ucrania sin contar con los atlantistas. Una llamada, en definitiva, que los socios de la organización incluso equiparan con los pactos diplomáticos que entregaron los Sudetes a Hitler, alimentando sus demonios. Hablan de "traición", rechazando la unilateralidad de la Casa Blanca mientras exigen ser parte activa de las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. 

Lo cierto es que Trump envolvió en un espeso manto de secretismo carente de concordancia sus planes para acabar con la invasión rusa en Ucrania, hasta el anuncio de este pasado miércoles. La conversación vía teléfono rojo airea que el presidente de Estados Unidos tiene poca intención de seguir el carril atlantista que surgió tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial. La "larga y altamente productiva conversación" transcurrió no sólo sobre el conflicto, sino que también se abordaron cuestiones ligadas a Oriente Medio o temas de diversa índole como "el poder del dólar" o la "inteligencia artificial". Pero lo mollar de la conexión Washington-Moscú pasó por Ucrania, con el reconocimiento del magnate al "presidente Putin", que incluso utilizaría su "muy sólido eslogan de campaña, 'Sentido Común'". Ello induce al magnate a pensar que tal esfuerzo conduciría a una "conclusión exitosa". 

Aunque antes de que Trump emitiese el comunicado a través de su red social, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, daba algunas tímidas pinceladas sobre las condiciones que el presidente había dibujado para alcanzar la paz. Una de las conclusiones, de hecho, sería que la restauracion fronteriza previa a 2014 "no sería realista". Por otro lado, dejaría en manos de los europeos el despliegue de tropas en Ucrania, desbaratando el blindaje que concede el artículo 5 de la OTAN. Asimismo, esbozó también que Ucrania no entraría en la Alianza, quemando también una de las bazas en la manga de los socios comunitarios. 

El equipo negociador

Tras colgar el teléfono rojo para hablar con Moscú, Trump hizo lo propio con el presidente ucraniano. Zelenski queda ahora a merced del plan de Trump, a pesar de que aún no se han hecho públicos todos los detalles del mismo. Pero su homólogo ucraniano dejó patente que nadie desea más la paz que su país y, por eso, "junto con Estados Unidos", están definiendo los próximos pasos para "detener la agresión rusa y garantizar una paz durarera y fiable". Concluidas las formalidades diplomáticas, era el momento de dar a conocer al equipo negociador. 

El presidente estadounidense anunció en sus redes sociales la identidad de la delegación que buscará enterrar el conflicto ruso-ucraniano. Un equipo que encabezará el secretario de Estado, Marco Rubio, y al que le flanquearán el director de la CIA, John Ratcliffe; el asesor de seguridad nacional, Michael Waltz; y el enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff. La gran ausencia, sin embargo, es la de Keith Kellogg, un general retirado que ha mostrado una actitud más combativa frente a los excesos de Moscú y que se muesra proclive a las sanciones a Vladimir Putin. Incluso llegó a sugerirle a Trump un endurecimiento de las mismas. 

Los socios europeos, atados de pies y manos

Quienes tampoco formarán parte de la ecuación trumpista serán los socios europeos. El anuncio de la Casa Blanca interrumpió un encuentro diplomático en la sede del Ministerio de Exteriores de Francia, Quai d'Orsay, entre los ministros del ramo de España, Italia, Alemania, Polonia, Italia y Francia. El cónclave transitaría por ramificaciones clave para la defensa de la Unión Europea, pero también serviría para amoldar una postura común de los socios europeos con respecto a la invasión de Ucrania. A ellos se le sumaron también los emisarios británico y ucraniano, antes de llegar a la conclusión de que no habrá paz "justa ni duradera" si los Veintisiete no participan, pero tampoco "sin el acuerdo de Ucrania". 

La cita arrancó en torno a las 19:30 horas de la tarde del miércoles, poco después de la conversación mantenida entre el Kremlin y la Casa Blanca. Los jefes diplomáticos de los países reunidos en Francia evitaron responder a las palabras pronunciadas por el secretario de Defensa de Estados Unidos, defendiendo la legitimidad del presidente del país para hablar con Putin. Sin embargo, esa potestad, sugirieron todos ellos al unísono, no debe opacar el papel de relevancia de la Unión Europea en la negociación para que esta sea "justa y duradera". 

Antes de ingresar al cónclave diplomático, todos los ministros coincidían en la veracidad de la afirmación de José Manuel Albares, quien sostuvo que "una guerra injusta no puede acabar con una paz injusta". Para alcanzar un acuerdo de paz se tiene que "respetar" la Carta de la ONU ,especialmente en lo tocante a la soberanía de Ucrania y la posibilidad de que esta se vea quebrada de manera unilateral. En el caso extremo de una cesiòn de territorio, defienden que sea el país agredido el que decida. "No tenemos que pensar en lo que hacen otros, sino qué podemos hacer nosotros, europeos", apostilló el jefe de la diplomacia española. Punto en el que convergen todos sus 'colegas'. 

Su homólogo francés, Jean-Noel Barröt apostilló que Europa jugará un papel crucial en la oferta de garantías para Ucrania, incluso si su adhesión a la OTAN no es ipso facto. Bendice Ucrania pueda incorporarse a la Alianza, pero espera aplazar tal debate hasta la rubricación de un acuerdo de paz. Asimismo, insistió en la idea de que no habrá una paz justa para Ucrania sin la participación de los socios europeos, que reivindican su posición frente al unilateralismo de la Casa Blanca

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