El catalán vuelve a ocupar un sitio preponderante en el orden del día en Bruselas. El Gobierno ha pisado el acelerador para que este martes, en el marco del Consejo de Asuntos Generales que se celebra en la capital belga, se someta a debate de nuevo la oficialidad de dicho idioma, así como la del gallego y el euskera -aunque estos en un grado menor de importancia-. El problema para el Ejecutivo socialista es que España carece de los apoyos necesarios para que la iniciativa prospere. Al margen de que en la Eurocámara no creen que este acelerón favorezca un clima de negociación que ayude a que la legislación llegue al punto deseado. Sobre todo, porque el PSOE, alimentado por las prisas de Junts, se topa con el rechazo del bloque nórdico – por asuntos económicos –, de italianos y franceses – por reivindicaciones similares – y el factor PP.
Las prisas de Junts han acelerado los planes de España en Bruselas. Una de las condiciones de los de Carles Puigdemont para apoyar la investidura de Pedro Sánchez era precisamente la cooficialidad del catalán en la UE. El Gobierno, aunque lo ha intentado tímidamente, no terminaba de dar el paso y ha provocado que el tema se acabe enquistando. Y es que los neoconvergentes entienden que, si Sánchez quisiera, podría sacar adelante la votación. De hecho, el ultimátum de los soberanistas está muy próximo, máxime si este intento de los socialistas fracasa como todo hace indicar. La frontera la marcan tras el verano, lo cual no encaja entre el resto de socios europeos, que están acostumbrados a unos plazos más anchos y exentos de unas prisas más propias de parlamentos nacionales.
El asunto parecía encaminado, pero el ritmo al que avanzaba su carpeta no convencía a los neoconvergentes. Cabe señalar que las lenguas cooficiales ya se pueden usar en las comunicaciones diarias del Parlamento Europeo y el grupo de Lenguas de la Eurocámara. Las urgencias de Moncloa, que tutelan las negociaciones para encaminar la votación, contrasta con las dinámicas habituales de una institución que se mueve a ritmo lento. Especialmente en debates que requieren mayor profundidad. Por ello, las prisas de los actores lo que provocan es un sentimiento de desconfianza entre los aliados en Bruselas.
Los muros a derribar
Aunque admiten que es “complicado”, la delegación española confía en que la medida pueda sortear los muros que aún hay en la Eurocámara. Fronteras que no muchos están dispuestos a traspasar. Sobre todo por dónde situarían el límite a futuro, habida cuenta de que existen un total de 50 lenguas en la Unión Europea en una situación similar a la del catalán, gallego y euskera. En Bruselas, según informa '20minutos', subrayan en que las oficialidades siempre llegan, aunque con ritmos que no son los deseados en Junts. Un caso paradigmático fue el gaélico, que fue el último idioma en incorporarse.
El coste que supondría el catalán supone una barrera difícil de asumir para algunas delegaciones. Sobre todo, porque las estimaciones apuntan a un desembolso de 132 millones de euros. Un informe preliminar multiplicó por tres los 44 millones de euros que cuesta actualmente al año la traducción e interpretación al gaélico, aunque admite que los números no son del todo precisos, por lo que aún no está en condiciones de elaborar nada hasta que los Veintisiete bendigan las tres lenguas cooficiales.
Un freno considerable que se suma al temor que existe entre diversas familiares europeas al encaje legal de estos a los Tratados, aunque el Gobierno defiende que la oficialidad de tales lenguas está blindada por la Constitución. Además, se apoyan en la introducción de las mismas en la vida parlamentaria nacional, tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado. Pero el mayor de los miedos del resto de países puede ser una suerte de efecto contagio que podría expandirse por el resto de Estados miembros y que se abrieran puertas a otras lenguas regionales.
La intoxicación del PP
Los problemas se ramifican y más en unos años en los que el Partido Popular ha decidido convertir las legislaturas europeas en un constante Juego de Tronos. Mientras el Gobierno capitaliza la ofensiva para aplacar las iniciativas de Junts. De hecho, los conservadores en la eurocámara han confirmado sus maniobras para impedir que la oficialidad del catalán llegue a buen puerto. Lo ha hecho el secretario general de los populares catalanes, Santi Rodríguez, que en una rueda de prensa ha indicado que “está habiendo llamadas” porque también existen “en sentido contrario” y se producen "si alguien actúa en un sentido político". "¿O es que aquí sólo pueden hablar unos y otros no podemos hablar y decir nuestra opinión?", remató.
El eurodiputado popular Javier Rodríguez ha alegado que existen “circunstancias” que justifican la oposición total de su formación. Aunque en un primer momento aseguró que el PP no “bloquea ni impulsa” el uso del catalán en Europa, más tarde admitió que están tomando medidas para frenarlo. Rodríguez argumentó que su negativa se basa en que “la lengua se está utilizando con fines políticos”, y puso como ejemplo la exigencia de Junts a Pedro Sánchez para obtener sus votos. Según el conservador, el debate no responde a un interés real por fomentar el catalán en Europa, sino a una necesidad del Gobierno para asegurarse apoyos parlamentarios.