La alimentación saludable sigue siendo tema de debate público, especialmente en redes sociales, donde abundan recomendaciones y advertencias que, en ocasiones, carecen de base científica. Ante este panorama, la nutricionista Andrea Urizar propone una reflexión crítica sobre algunos hábitos actuales y defiende un enfoque más coherente basado en la comida real.

La carne, los huevos y la mantequilla

Urizar señala cómo ciertos alimentos básicos han pasado a estar injustamente cuestionados. “Si comes todos los días un huevo, y de repente todo el mundo es doctor”, comenta con ironía. La experta apunta que muchos de los juicios populares sobre productos como los huevos o la carne no se sostienen si se consideran sus efectos reales en el organismo. “No comas carne porque, si no, vas a aumentar tu riesgo cardiovascular, a pesar de que cuando te tomas ese trozo de carne te sientes saciado por horas, sin necesidad de estar continuamente tomándote snacks”, añade.

La nutricionista subraya que el problema no está tanto en los alimentos tradicionales, sino en su sustitución por productos procesados que prometen ser “saludables”. “Y luego, esas personas se están tomando una barrita de proteína con una etiqueta muy larga de ingredientes. ¿Qué coherencia tiene no dar prioridad a la comida real, a la comida que ha funcionado durante años?”, reflexiona.

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Adaptar la alimentación a las necesidades de cada uno

Uno de los puntos centrales de su mensaje es la importancia de adaptar la alimentación a las necesidades fisiológicas de cada persona. En el caso de las mujeres, destaca: “Aparte, las mujeres, con el tema de la menstruación y la pérdida de sangre, con más razón necesitamos carne, hierro, hemoglobina. ¿Qué sentido tiene?”. Se refiere a la creciente tendencia de evitar el consumo de carne sin considerar sus beneficios nutricionales.

Urizar también hace hincapié en los beneficios de una vida activa acompañada de una alimentación basada en alimentos no ultraprocesados. “Si haces deporte, tu recuperación es muchísimo más rápida y tus niveles de energía son otro mundo”, afirma. Además, critica la falta de atención hacia otros hábitos perjudiciales que parecen pasar desapercibidos: “Ves a ese grupo de personas bebiendo bebida tras bebida y nadie dice nada. Eso sí, luego ves sus análisis de sangre y las enzimas hepáticas están superaltas, los triglicéridos superaltos, la hemoglobina glicosilada alta”.

La percepción social de las dietas

La experta concluye que existe un doble rasero en la percepción social sobre la dieta. “Pero repito, nadie les dice nada. Ahora, come carne, huevos, mantequilla o queso y de repente todos se preocupan”. Frente a eso, reivindica la comida tradicional y el sentido común en la alimentación: “Qué casualidad que justo la gente que come este tipo de comida es la que mejor se siente y, justamente, la que tiene menores índices de enfermedades o condiciones de salud”.

Su mensaje no es nuevo, pero cobra vigencia en un entorno cada vez más saturado de modas nutricionales. Volver a lo esencial, dice, podría ser parte de la solución.

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